Margarita Guzmán, Fundación Sentido
Rocío Espinoza, Fundación MC
En Chile cada año cumplen la mayoría de edad, cientos de jóvenes dentro del Sistema de Protección del Estado, esto debido a que, durante el trascurso de su vida, viviendo dentro de alguna de las residencias de protección no se logró la re-vinculación familiar y por ende, un gran número de ellos quedan expuestos a vivir en situación de calle.
Estos jóvenes, en su gran mayoría, no solo tienen una compleja situación emocional, sino que además menos de la mitad de ellos tiene la escolaridad completa. Por lo general, estos egresados no cuentan con una situación habitacional que los acoja, menos una red externa que los reciba ni con programas que garanticen su escolaridad completa o una continuidad en la educación superior que les permita mejorar sus trayectorias de vida. Motivo por el cual, el 25% de las personas en situación de calle ha pasado alguna vez por el Sename.
Este martes 26 de julio fuimos testigos de un hito histórico donde jóvenes egresados del ex – Sename –ahora Mejor Niñez- elaboraron un petitorio a las autoridades para orientar las políticas que deben acompañarlos en su proceso de transición a la vida interdependiente. Dentro del mencionado, solicitaron acompañamiento, oportunidades concretas y reales donde su voz sea escuchada en mesas de participación y representación, con foco especial en el cuidado de las residencias y en el proceso de egreso.
Acá es cuando nos damos cuenta que la voz de los egresados debe ser considerada como una voz experta en la transición a la vida interdependientes, como primeras personas y sus vivencias en el sistema.
El valor del acompañamiento afectivo, vincular, constante, presente y el tener una casa, un hogar, un espacio donde puedan volver a confiar, es clave para su desarrollo como personas resilientes, empoderadas, empáticas, asertivas, y solidarias; habilidades que necesitamos todas las personas para convivir de forma equilibrada y en armonía con la sociedad.
Urgen en Chile programas con la mirada puesta en el hoy y también en el mañana, programas que tengan capacidad de transformar, desde la experiencia de los jóvenes, positivamente la vida de todos esos miembros del sistema que vendrán y que asegurarles todas las oportunidades para un mejor presente y futuro.
Es por esto, que todos como sociedad civil estamos llamados a hacer y construir en beneficio de estos jóvenes, para que estos, no estén determinados por su pasado y puedan transitar a la vida interdependiente de la misma manera que cualquier joven esperaría ser acompañado por su familia en un proceso de tránsito hacia la vida interdependiente.